sábado, 8 de diciembre de 2007

El Mundo al revés, según Chávez

Hace años, cuando mi hermosa hija menor Nikita era una niña, ella y yo solíamos jugar en el carro, en medio de las eternas colas caraqueñas, a ser conductores de un programa radial al que llamábamos “El Mundo al revés”. Allí, nosotros volteábamos todos los valores del mundo. Por ejemplo, recomendábamos a nuestros imaginarios radioescuchas no tomar por la autopista Francisco Fajardo, ya que estaba asquerosamente despejada. En cambio, les aconsejábamos conducir hasta la autopista de Prados del Este, para que pudieran disfrutar de una formidable tranca. En una oportunidad Nikita me entrevistó a mí mientras yo caracterizaba a un político que prometía corrupción, hambre, delincuencia y pobreza. La entrevistadora, mi hija, decía: “Candidato, con esas promesas usted será, sin duda, nuestro próximo Presidente”. Y así, cosas por el estilo.

Como suele suceder, con los años mi hija Nikita y yo, hemos sido testigos de que realidad, tarde o temprano terminó por superar a la imaginación, por más afiebrada y loca que ésta haya sido.

Hoy los venezolanos vivimos en un mundo al revés. Un mundo, o un país, en donde los valores han sido trastocados de una manera espeluznante. La diputada “fosforito” golpea frente a las cámaras de televisión, en vivo, a su entrevistador, para luego afirmar que “ellos”, (¿los chavistas?), son enemigos de la violencia.

Nuestro Presidente habla sin la menor cautela sobre la “Guerra de los Cien Años” contra el imperio gringo, y acto seguido se declara el líder de una revolución bonita, llena de amor y de paz. Se mueve como un patriota nacionalista al mismo tiempo que abre las compuertas a la más inaudita invasión extranjera (la cubana) que nunca ningún país en la historia del mundo llegó a padecer: una invasión por invitación.

En su alocución del 3 de diciembre en la madrugada, acepta, con una ira contenida, el triunfo de sus “enemigos”, y 48 horas más tarde califica o descalifica ese triunfo legal y legítimo, absolutamente ajustado a sus reglas y computado por las manos de sus más serviles colaboradores, como una “victoria de mierda”.


El mundo al revés, según Chávez.

Lo cierto es que el bien merecido triunfo del NO, es una victoria de una envergadura y de unos alcances muchísimo más grande de lo que la oposición y el mismo chavismo son capaces de asimilar y digerir en este momento.

Este triunfo no es, ni de lejos, la estocada mortal contra Chávez. Es apenas una pequeña herida asestada contra un gigante que se consideraba a sí mismo no sólo invencible, sino intocable.

Los resultados electorales deben ser analizados con la frialdad de un matemático, la pasión de un guerrero y la malicia de un bandolero.

Un gigantesco error sería considerar que esta victoria es un triunfo de la oposición. NO. Este triunfo es una victoria de Venezuela. La abstención de la oposición (por negligencia, por cansancio, por fijar una postura ante la ilegalidad de origen de la propuesta de Reforma planteada por Chávez) fue abrumadora. Entre los 4.260.014 votos obtenidos por el “NO”, hay que reconocer una importante participación de chavistas.

La conclusión es obvia: la salida democrática de Chávez está en manos de los propios chavistas. Así como en el pasado los adecos y los copeyanos fueron eliminados del escenario político por los propios adecos y copeyanos (¿o es que acaso los chavistas nacieron de la NADA, y a los adecos y copeyanos se los tragó la tierra?)

El conjunto de electores venezolano es uno solo. Hasta hace un año, el número de votantes que apoyaban a Chávez y todas sus propuestas era sensiblemente superior a los que lo adversaban.

Como no hay manera de “crear” nuevos opositores de la nada, el único camino de la oposición para incrementar sus filas es y será, restárselas al chavismo.

En este momento la oposición cuenta a su favor con un importante número de chavistas que, al menos momentáneamente, han dejado de lado su fanático fervor ante el autoritario líder y se han permitido la posibilidad de pensar y actuar con criterio propio. Eso no es poco.

Pero es PRECISO que las fuerzas opositoras encuentren el camino para CONECTARSE con esa masa de electores y logren mantenerla de nuestro lado. No estoy seguro de que sean capaces de hacerlo, a menos que sean capaces de cambiar su discurso y su óptica política.

¿Hasta cuando los cabecillas de la oposición, los que tienen acceso a los micrófonos de las radios, a las cámaras de televisión y a las tarimas de los encuentros políticos, van a insistir en llamarse a sí mismos y a sus seguidores como la SOCIEDAD CIVIL?

La Sociedad Civil me suena a mí y a los chavistas duros y blandos a Martha Colomina, a Chacao, a Sambil.

Pueblo. Somos Pueblo, ¡carajo!. La oposición TAMBIÉN es Pueblo.

En rigor, este importantísimo triunfo del “NO”, no es un verdadero triunfo de las fuerzas opositoras, sino un fracaso de Chávez. El resultado es el mismo. Pero no es lo mismo darle muerte al enemigo a que el enemigo, el solito, por sus propias manos, se haya suicidado.

El país está sediento de futuro. El presente, este presente chavista, se ha comenzado a parecer demasiado al pasado adeco-copeyano. O peor: nunca antes hubo tanta corrupción y tanta miseria. Nunca como ahora ha habido tanto poder para el que gobierna, y tanta humillación para los que somos gobernados.

El país aspira a una VI República. A un país distinto al reinado de adecos y copeyanos, y a un país distinto a esta pesadilla chavista.


Los héroes de esta honrosa jornada electoral han sido los estudiantes, libres de todo pasado, y Baduel: el soldado apegado a derecho que no busca otro objetivo que mantener el hilo constitucional de la República.

María Isabel, la ex-Primera Dama, jugó un rol menor, pero sería injusto restarle méritos a su valentía.

Héroes Anónimos hubo muchos: millones!!! Todos los venezolanos que acudimos a las urnas a votar, siendo chavistas u opositores, a cumplir con nuestro deber.

Un último comentario: ¿acaso alguien se cree el cuento de que Chávez y sus secuaces aceptaron su derrota con menos de 1% de diferencia?

No me jodas!!!

La diferencia fue arrolladoramente mayor. SIN LUGAR A DUDAS.

En mi humilde opinión, Chávez ha pronunciado dos frases históricas. Una de ellas, el 4 de febrero de 1992, sometido y rodeado de cámaras: “Por ahora”.

La segunda, un poco más reciente, el 3 de diciembre de 2007, a los pocos minutos de su segunda derrota: “Le aconsejo a la oposición que sepan administrar su victoria”.

Es un buen consejo. No importa de donde venga, ni que venga de nuestro peor enemigo. Creo que Chávez nos debía ese consejo.

Nikito Nipongo Nada.

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sábado, 1 de diciembre de 2007

LAMENTABLEMENTE, MI TIA LUCRECIA CREE QUE DEBE VOTAR POR CHAVEZ.

NIKITO NIPONGO NADA

Mi tía Lucrecia, Lucrecia Nipongo, es chavista. De corazón. Eso, a primera vista, podría sonar a elogio para el mismísimo Chávez. Pero a mi juicio, no lo es. Para mí no es más que una víctima de una epidemia colectiva que, sin razón ni derechos ni argumentos, se ha apoderado de un inmenso número de venezolanos.

Mi tía Lucrecia es una descontenta. Jamás fue creyente ni una verdadera católica. Muy al contrario: su juventud estuvo marcada por las fiestas y las rumbas. Y eso no está mal. Bien por ella. Lo malo es que un buen día, a pesar de haber educado a sus hijos bajo la religión católica, ella se volvió evangélica. Eso tampoco está mal, a no ser porque esa conversión asumió parámetros de fanatismo. De la noche a la mañana, no fue capaz de mover un dedo sin antes invocar el sagrado nombre de Dios. Un Dios estricto, severo, implacable.

En mis años de niñez, recuerdo que nada tan indiferente a mi tía Lucrecia como la política. Lo de ella era una rumba. La fiesta. El desenfreno.

Pero de la noche a la mañana, como antes se volvió evangélica, mi tía se volvió chavista.

Ahora, ella cree en el socialismo, a pesar de que está consiente de que todos los personeros y cómplices del Régimen andan en sendas camionetas, y ella sigue andando a pie, como siempre. Ella está conciente de la enorme corrupción que reina entre los funcionarios oficialistas. Sin embargo, lo acepta, ya que “Chávez no puede arreglarlo todo en un solo día: hay que darle tiempo”.

Hace pocos minutos he hablado con ella por teléfono, para disuadirla de su voto para mañana domingo 2 de diciembre. Sin embargo, ella no tiene dudas. Su voto será para el SI.

Hoy día, mi tía Lucrecia es mucho más pobre que hace diez años. Ella le achaca esa pobreza a su vejez: ya anda bordeando los 80 años.

Lo primero que me dijo al tomar el teléfono, es que ella es muchísimo más vieja que yo, que me lleva muchísima más vida, y que, en consecuencia, ella tiene una riqueza de vida que yo no tengo, y el equivocado soy yo, jamás ella.

No importa que yo tenga dos carreras universitarias y dos post grados. No importa que yo haya ganado premios nacionales e internacionales producto de mis investigaciones. Ella es más vieja que yo y, por tanto, ella sabe más que yo.

Mi madre murió en los albores del año 2000. Le he recordado a mi tía Lucrecia que ella, mi madre, era más vieja que ella. Aún así, ella, mi madre, fue una radical antichavista desde el mismísimo 4 de febrero de 1992. Ella se defiende que mi madre, que en paz descanse, siempre fue una adeca de corazón, ya que mi padre, Adonde Nipongo, fue un líder adeco de la resistencia perijemenista de los años 50. Y que él, mi padre, le había lavado el cerebro.

Le recuerdo que yo jamás he sido adeco, mucho menos aún copeyano. Ella se defiende diciéndome: “pués yo no lo sé”.

Me temo que mi tía tiene una respuesta para todo.
Ella, mi tía Lucrecia, me ha dicho que no sólo va a votar por el SI, sino que espera que Chávez se siga luciendo internacionalmente como hasta ahora lo ha venido haciendo.

Lo que para nosotros, la Venezuela sedienta de libertad y de dignidad es una humillación internacional, para mi tía Lucrecia es un orgullo patrio.

Que Zapatero haya salido en defensa de su más acérrimo opositor (Aznar), y que le haya brindado a Chávez una ejemplar lección de que al enemigo, antes que nada, hay que respetarlo, para mi tía Lucrecia no significa nada. Ella está feliz y ORGULLOSA de que Chávez se haya comportado como un verdadero patán.

Entre gritos (lo juro, no pude evitarlos) le he explicado a mi tía que yo pienso y creo que el socialismo es una tendencia política absolutamente respetable en el mundo. Pero, le he dicho, “tía, esto no es socialismo: lo que se nos viene encima es una monarquía chavista”.

Pero a ella eso no le importa. Creo que incluso no le importa vivir al borde de la indigencia. A ella lo único que le importa es sentirse que “ahora” tiene el Poder.

A ese fanatismo de mi tía Lucrecia (antes rumbera, ahora evangélica y chavista) es al que mañana nos vamos a enfrentar.

Le he recordado a mi tía que las personas más cercanas a Chávez (Miquelena, su “padre” político, María Isabel, su ex-esposa, Baduel, el General de la Dignidad, hoy día se le oponen ante este golpe de estado constitucional.

A ella nada de esto la llama a la reflexión. Para ella, para mi tía, ellos no son otra cosa que TRAIDORES.

Siempre he dicho que no podemos desesperarnos ante la voluntad y el deseo de salir de Chávez. Siempre he dicho que Chávez no es otra cosa que la más lamentable consecuencia de querer salir de los adecos y los copeyanos a como diera lugar, a cualquier precio.

Sin embargo, hoy día pienso que hay que salir de Chávez, hay que salir de esta farsa llamada “socialismo-revolución” a como dé lugar.

No podemos continuar permitiendo que un alucinado continúe pregonando a diestra y siniestra “la guerra de los cien años” contra Bush y sus secuaces, sin que nadie en este país Tenga las BOLAS de hacer y asumir lo que hay que hacer.

Nada más lejos de mi intención que invocar un golpe de Estado por parte de los militares. Aún así, me permito recordarles que tarde o temprano tendrán que rendir cuentas ante su sumisa actitud ante locura llamada CHAVISMO.

A mi tía Lucrecia la salva su ignorancia y sus buenas intenciones. Pero a los Generales, a los Coroneles, a los Gobernadores, a los Alcaldes chavistas, a ellos la Historia ya los tiene condenados.

Una flor: antes de terminar mi llamada telefónica, mi tía Lucrecia me dijo que si acaso ganaba el NO, bajo el supuesto más que negado, era porque la oposición había ejecutado un FRAUDE.

No me jodas, tía. Con todo el respeto.

Para mí, este es el comienzo del fin. Aunque Chávez gane o pierda, este es el comienzo de su final. Él mismo buscó y eligió la calle ciega en donde encontraría su final.

Vota. Hoy debes votar. Vota según tu preferencia.

Pero no importa que seas chavista o antichavista: ni en uno o en otro caso, tienes derecho a regalarle a u solo hombre el destino de un país.

Venezuela es mi tierra, mi vientre, mi madre.

La estrella, la protagonista de toda esta contienda no somos ni tú ni yo: es la Patria.

Una Patria que hay que saber amar. Hasta con la vida. No puede haber ningún proyecto político que sea superior a la Patria. Ante que chavistas u opositores, somos venezolanos.

No voy a pedir que votes SI, o NO. Vota, simplemente, por Venezuela!

Venezuela es de todos. Siempre, hasta ahora, ha sido de todos.